NUEVOS DETALLES REVELADOS ACERCA DEL MURAL "LA BATALLA"
Al menos una decena de artistas participaron en la creación del mural “La Batalla”, que se ubica en Edificio B del sitio arqueológico de Cacaxtla, en Tlaxcala.
A partir de un análisis comparativo, que se incluye en el quinto volumen de “La Pintura Mural Prehispánica en México”, la investigadora Claudia Brittenham determinó que al menos una decena de artistas participaron en la creación del mural “La Batalla”, que se ubica en Edificio B del sitio arqueológico de Cacaxtla, en Tlaxcala.
La especialista en historia del arte realizó un estudio minucioso “in situ” de los pequeños detalles que se repiten frecuentemente en la obra, los cuales dan cuenta de la individualidad de cada pintor, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mediante un comunicado.
“Encontramos diferencias en la forma de las manos, los pies, las caras, las plumas. Cada artista tiene un modo muy característico de pintar y se nota un patrón dentro de un grupo de figuras”, indicó Brittenham.
Entre la decena de manos que se identificaron destacan la de un artista que dibujaba los personajes con los pies gordos, otro que hacía dedos de los pies muy largos y uno más delimitaba los cuerpos con rayas, explicó.
En esta obra, que se plasmó hace más de 1,300 años, todos los pintores trabajaron en un nivel de igualdad, dijo, “cada uno estaba encargado de una zona del muro y era responsable de su pintura desde el esbozo preliminar hasta la línea final”.
También identificó “ciertas evidencias de una planificación de la composición”, como el buen manejo de las variantes, la coordinación las transiciones para que no se notaran los diferentes estilos y el hecho de los pintores más dotados trabajaran en la parte central.
La investigadora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Chicago añadió que es posible que hubiera otros ayudantes para preparar los pigmentos y los muros, ya que “existía una gran colaboración entre artistas, lo que es típicamente mesoamericano”.
En cuanto al tipo de pigmentos con los que se elaboró “La Batalla” mencionó que se incluyen materiales de la zona maya y de la tradición zapoteca, a la que pertenecen el uso de goma del nopal y el acto de pintar sobre un muro bastante seco y texturizado.
“Es una síntesis perfectamente adaptada a las necesidades de Cacaxtla, y nos hace ver que el mundo mesoamericano estaba muy interconectado, igual que el nuestro”, comentó Brittenham en declaraciones difundías por el INAH.
Agregó que, como identificó la investigadora Diana Magaloni, los murales de Cacaxtla fueron elaborados con “minerales de procedencia local, cal para el blanco, carbón para el negro, hematita para el rojo, goethita para el amarillo. El azul es el famoso azul maya, una arcilla llamada paligorskita, teñida con añil”.
Los colores básicos que se utilizaron en el mural son el blanco, negro, rojo, café, amarillo y azul; pero también hay elementos en verde, rosa y tres tonalidades de azul, así como “mezclas de pigmentos rojo y negro para lograr tonos de piel distintos”, indicó.
“Cuando se compara esta paleta restringida con la variación en colores y pigmentos de una pintura mural maya como la de Bonampak, parece limitada, pero los pintores de Cacaxtla usaron sólo estos colores para lograr un naturalismo impresionante y un estilo pictórico muy claro, legible e impactante”, destacó la especialista.
“La batalla” refleja un enfrentamiento en la que aparecen los vencedores, con atuendos de pieles de jaguar, atacando con lanzas, cuchillos de obsidiana y lanzadardos; y los vencidos, con tocados de aves, plumajes y joyas de jade, quienes aparecen heridos y mutilados.
Sin embargo, en recientes investigaciones se sostiene que no se trata de un enfrentamiento real, sino del sacrificio en honor al dios del maíz, como señala la investigadora María Teresa Uriarte.
Para Claudia Brittenham, lo interesante de este mural, que realizó un grupo de filiación olmeca-xicalanca entre los años 650 y 700 d.C., es el cosmopolitismo en sus temas, su estilo y técnica pictórica.
“Estas pinturas revelan un alto conocimiento de otras tradiciones artísticas de Mesoamérica, desde la maya hasta la zapoteca y la de la Costa del Golfo. Pero también revelan una gran herencia de la tradición teotihuacana”, concluyó.
Esta investigación forma parte del libro “Estudios de Cacaxtla”, coordinado por María Teresa Uriarte, quinto volumen del proyecto “La pintura mural prehispánica en México” que presentó el INAH y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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